La obra de cabecera es propiedad de la pintora naif Aniko Szabo y se llama Campo. Es la obra que más me agrada de todas las suyas. Melan

domingo, 25 de octubre de 2009

El reino de las hadas




Las hadas son seres muy pero muy pequeñitos, tanto que viven a nuestro alrededor y no los podemos ver, pero siempre están. Tienen lugares preferidos donde vivir, generalmente son las hojas de los árboles y plantas en general, pero mucho más les gustan los árboles poque allí en lo alto de las copas están más protegidos de los depredadores, perros, gatos y la gente.

Hay hadas mujers y hados varones y todos viven en familia y éstos a su vez en barrios que construyen sobre cada hoja de un árbol. Si pudiéramos verlos sería maravilloso, porque sus casitas son pequeñas pero tan reales como las nuestras. Conozco uno de esos barrios asentado sobre una fuerte hoja de magnolia blanca, que es un árbol muy alto, con unas enormes flores blancas y con grandes y fuertes hojas.
Allí en una de ellas un día pude divisar claramente uno de sus barrios. Era precioso, tenía casitas de techos rojos con cuidados jardines de flores de colores infinitos y desconocidos, tenían una iglesia con un pequeño campanario  y hasta una escuelita.
Lo descubrí porque soy una amante de la naturaleza y una noche me subí con una escalera y una lupa a ver de cerca cómo era la flor de la magnolia blanca, que es tan hermosa pero nunca puede vérsela bien por lo alto que están y cuando caen ya están muy marchitas.

Así que me subí y buscando una flor, de pronto miro mi lupa en mi mano brillando, no imaginé qué podría ser, así es que dejé de lado la flor y allí claramente (la lupa era de gran poder de aumentar el tamaño), pude ver la más linda imagen que haya visto nunca, la de una hoja sobre la cual estaba construido un barrio de hadas y hados. Me quedé impresionadísima y sólo atinaba a mirar, entonces los ví, todos los haditos y haditas corrían de un lado al otro asustadísimos por la intrusa, que por supuesto era yo. Hasta que en un determinado momento, de un pequeñísimo pero grande para ellos palacio se abren las puertas, yo miraba azorada aquella escena esperando lo que sucedería.                             
Sucedió que salió la reina de las hadas, porque ellos tienen un sistema de vida que se llama matriarcal, que significa que gobiernan las mujeres, en este caso las hadas.
Salió vestida con un hermoso traje largo, un frondoso cabello azul y sus finísimas alas brillaban de una manera inigualable, entonces me miró fijamente y me dijo:´
-¿Quién eres tú y que haces en mis dominios?
. Nada, señora...atiné a decir yo... cuando un pequeño hadito a su lado me espetó
-¡Más respeto! Debe llamarla Su Majestad, es nuestra Reina!
- Perdón dije yo, sólo vine a ver las flores...y...de casualidad los ví...pero, quiénes son? Extraterrestres? Pregunté ya muy asustada.
-Ja ja ja!! ji ji ji!! Reían todos,
-Ja ja!! Extraterrestres!! Por favor! Si nosotros estamos en este mundo antes que ustedes los humanos! Somos el reino de las hadas, habems millones en todos los árboles del planeta y tú viniste a dar justamente con la Reina de las Hadas de este país. Me explicó.
- Y ahora qué haremos con ella preguntó una hadita pequeñita y toda verde, muy bonita pero parecía muy enojada. Yo no decía una palabra
. Podemos convertirla en polen y que la liben las abejas mañana en el día- dijo una
- O podemos transformarla en ratón y que los gatos tengan para cenar esta noche, dijo otra.
A esta altura yo ya no estaba asombrada estaba realmente asustada y entonces me apuré y les dije:
- No por favor, yo soy una chica buena que no quería hacerles daño ni interrumpir sus vidas, sólo vine por las magnolias, les pido que me perdonen que yo no contaré esto a nadie, lo juro. Una de las hadas que rodeaban a la reina dijo:

_No sé si podremos confiar en ella...Y si va y cuenta todo deberemos partir de la tierra y adónde iremos? y lo que es peor aún ellos mismos se perjudicarán, porque ya no habrá hadas para ayudarlos en sus vidas, cuando algo se les pierde justo antes de salir y no lo encuentran y de golpe aparece justso ahí a la vista, quíen creen que son los que encontraron enseguida el objeto y se lo dejaron justo a mano?   
-Sí dijo otra, y cuando alguna de sus mascotas se pierde y lloran desconsolados, quién creen que sabían donde estaban y se los llevaron de vuelta a sus casas?
- Y cuando los bebés lloran en sus cunitas mientras la mamá les prepara la mamadera, quién creen que los entretienen y siempre logramos calmarlos?                                     
- Se están olvidando de cuando espantamos a los mosquitos que los molestan...
Yo las escuchaba y no salía de mi asombro ante tanta cantidad de cosas que estas hadas hacían en las vidas de los seres humanos y nosotros ni enterados. Pero de pronto tomé conciencia de que debía rápidamente conciliar con aquellos seres hermosos y mágicos pero que querían convertirme en ratón. Así es que les propuse nuevamente no decir nada sobre ellos y que debían creerme porque yo misma saldría perjudicada y además que las visitaría y las cuidaría siempre y que si alguna vez lo contaba sólo sería en un cuento para niños que son todos muy buenos y que con estos cuentos se van a dormir.
-Se reunieron todas en una pequeñita plazita frente al palacio chiquitito y allí, debatieron y esgrimieron todo tipo de posturas hasta que democráticamente votaron. Porque aunque tenían reina ella siempre les hacía votar para decidir algo muy importante. Entonces la reina tomó la palabra y me dijo:

-Vamos a aceptar tu propuesta, te dejaremos ir, pero desde ya te advertimos: a los adultos no se les debe hablar nunca de nosotros y a los niños podés contárselo en un cuento, pero ellos deben saber que si lo cuentan a sus papás como verdad, desapareceremos de la tierra y nunca más encontrarán a sus mascotas cuando las pierdan. Dicho esto, levantó su mano saludando, todos los haditos la vivaron y uno de ellos dijo:                                                   
-Confiamos en tí, no nos defraudes y me saludaron desde su placita con sus manitos en alto.
Yo les prometí cumplir y además les dije que fue hermoso conocerlos y como saludo les levanté mi dedito meñique.
Retiré la lupa y la hoja se veía como cualquier otra, pero desde ese día yo ya sé que en muchas de ellas puede haber un barrio de hadas y me cuido muy bien de no tocarlas.

Melan

Un día distinto



Miro de este lado de mi gran ventana, la luz del día, mi querido árbol de magnolia ya frondoso que deja apenas filtrarse algunos rayos del del sol. Veo los árboles y todo el follaje de las calle de enfrente y veo mi hermosa reja, con su forma especial elegida por mí que me encanta y que vista desde aquí le da a mi casa una imagen mucho más bonita de lo que la pobre está por dentro ahora, ya que le falta mantenimiento. Pero es muy bonita mi reja y estoy orgullosa porque yo la pinté, hace un tiempo claro, cuando estaba mejor, cuando no andaba sola por el mundo buscando abrigo.
Toda esta es mi visión desde este lado de la ventana y la verdad es que quisiera salir y disfrutar de todo ello y del cielo celeste que también observo, hoy me atrae la naturaleza, hoy quisiera gozarla en todo su esplendor, ah! y justamente en estos momentos un grupo de pichones de algún nido gorgogea sus primeros trinos. Es hermosa esa música y esta vista. Pero hay algo, siempre parece haberlo verdad?, sí hay algo, quienes también están aunque por suerte por ser domingo hoy no son muchos, son los autos y las personas que pasan.
De modo que la verdad hoy querría, poder cerrar todo el perímetro de mi cuadra, pedirles a los vecinos que se vayan a pasear lejos, impedir el paso de los autos y .... salir a disponer del disfrute de mi calle yo solita.
Saldría con mis gatos, con mis perros, pondría una manta y me tiraría al mismísimo asfalto y allí me quedaría acostada mirando el cielo y escuchando a los pájaros sus trinos, muchos más agradables que los sonidos de los motores y los cotorreos de las señoras que hacen sus compras alimentarias.
Correría de una punta a otra de mi cuadra y luego me sentaría a descansar en plena vereda.
Buscaría mi vieja bicicleta y andaría hasta cansarme, sólo dentro de mi cuadra. Por supuesto que esto sería como una especie de tácita convención entre los vecinos de otras cuadras para que no se acerquen a chusmear que hace la chica loca de la calle Santiago.
Creo que no tendría hambre pero si la tuviera, me llevaría unas frutas y en comunión con la naturaleza que me rodea que no es tanta porque están las casas, pero es más que en otros barrios porque hay muchos jardines y árboles, las comería.
Luego jugaría con mis gatos y mis perros y quizás me dormiría una siestita mientras todavía diera el sol sobre mi cuadra, porque como tiene orientación este, llega un momento en que ya no se ve directamente desde este lado.
Cayendo la tarde, me sentaría en la vereda de enfrente de mi casa, desde donde se ve mi tejado y me pondría quietita y sigilosa a observar cómo se vuelven a sus nidos los pajaritos, cómo pasan las bandadas de loros a refugiarse en el bosque cercano, cómo comienzan su danza de ternura, preparándose para el amor los gatos y mientras tanto comenzaría a llegar el crepúsculo y entonces sí, terminaría mi día de ilusión con el más hermoso espectáculo que se pueda tener, el sol poniéndose detrás del tejado de mi casa, con el ornamento de mi pino a su costado. Allí se reúnen a esa hora los mejores colores del universo, los fucsia, los naranjas, razgos de verdes, celestes y el azul brillante de la noche que se aproxima.
Quizás si tengo suerte este día libre en mi cuadra, termine con una noche de una inmensa luna llena, la que siempre nace grande y orgullosa de su belleza y poder justo frente a mi puerta de entrada. Me sentaría allí y permanecería sólo observándola y dándome un baño de luna que me llene de energía, calor y fuerza para soportar nuevamente la cotidianeidad de mañana desde el otro lado de mi ventana, con todo el mundo yendo de aquí para allá. Me quedaría así hasta que la frescura de la noche y el cansancio de mi día solitario y único, me hagan sentir que mi propia casita me llama desde adentro....Melan?... Melan! ... entrá mirá que está refrescando, ahora sí ya es mejor estar otra vez de este lado de la ventana.


Melan

martes, 20 de octubre de 2009

EL SECRETO

Esta es la historia de dos niñas, ambas tenían 10 años, ambas vivían en la misma casa aunque no eran ni hermanas, ni primas, ni amigas, bueno, es un poco difícil de explicar, y jamás se imaginaron que alguna vez se conocerían, pero sí, se conocieron y nunca jamás se olvidaron una de la otra.
Una de ellas se llamaba Rocío, vivía con sus padres y su hermano, sus padres trabajaban los dos asi que ella iba y volvía de la escuela en micro. Le gustaba mucho andar en bici y escuchar música con sus MP3, Teen angeles era su música preferida, casi diría la única, siempre los llevaba puestos  a pesar de las advertencias de sus padres, sobre llevarlos puestos mientras rodaba su bici.
Uno de esos días se dio cuenta a mitad de camino que olvidaba nada menos que su tarea, por la que su maestra seguramente le pondría una mala nota si no la presentaba, así que no dudó, viró su bici hacia atrás y volvió a su casa.
Subió volando las escaleras de su casa hasta su habitación y de pronto...sintió un leve ruido, no pudo distinguir bien de qué se trataba, buscó un poquito y Ayyyyyyyyyyyyy!!!! gritó asustada mientras frente a ella gritaba de igual modo una niña muy semejante a ella en edad y figura pero vestida de una manera peculiar. Se encontraba como aturdida, buscando algo en su escritorio pero la miraba a Rocío con desesperación porque no entendía nada de lo que allí había y parecía no encontrar lo que buscaba.
Rocío le preguntó quién era y qué hacía allí, la niña la miraba entre aterrorizada y sorprendida y no atinaba a decir palabra, al mismo tiempo, Rocío la observaba y veía que estaba vestida de una manera un tanto rara. Su ropa era igualita a las antiguas figuritas con que su hermana mayor jugaba de chica, tenía unas especies de botas, un vestido fruncido en la cintura, un delantal! sí como si estuviera en la cocina y en la cabeza llevaba una especie de sombrero de tela con puntillas que le cubrían el casco de su cabecita pero dejaban ver sus larguísimas trenzas doradas. Era pecosa y pelirroja y sus ojos muy verdes.
Cintia mientras miraba insistía en el interrogatorio, hasta que la niña al fin le dijo con un grito,
-"¡Me llamo Mercedes, estoy en mi casa, pero no reconozco nada de lo que hay aquí y no encuentro ninguna de mis cosas!"
-¿Cómo tu casa le dijo Rocío? Esta es mi casa y estas son mis cosas yo no sé qué hacés vos aquí pero vas a tener que irte.
-¡Claro que tengo que irme pero a la escuela dijo Mercedes, seguramente ya perdí la carreta y mi madre se enojará cuando vuelva de la tienda!
-¿De qué carreta hablás y de qué tienda?, dirás el micro y el supermercado
-¿Y eso que es? No entiendo lo que decís, no te entiendo...
-Yo tampoco a vos, pero a ver,  empecemos por el principio.
-¿Como llegaste aquí?
-No llegué!, yo vivo aquí,  simplemente estaba en mi cuarto haciendo mi tarea cuando un trueno hizo un gran  estruendo, yo asustada puse mis manos en mi cara y la apoyé sobre el escritorio.
-Y luego?
-Luego pasó el trueno levanté la cabeza y vi mi cuarto todo cambiado como está ahora...
Rocío decidió hacer algo, abrir las ventanas y mostrarle a Mercedes su barrio....Cuando lo hizo Mercedes casi se desmaya, no! no! Noooo! gritaba, qué son todas esas casas y dónde está el corral? y las ovejas? y donde estaba la tranquera? Y el camino? ahora era un camino que parecía una cinta gris, qué pasaba por favor!!
Fue Rocío quien se dio cuenta, atinó no sin cierto miedo a preguntarle en que año vivía ella a lo que Mercedes contestó, qué pregunta por supuesto que 1809....Esta vez la que casi se desmaya fue Rocío.
Bueno, allí pensó que ese día no debería ir  a la escuela, algo mucho más importante la retendría en su casa algo que según ella supiera no le había pasado a nadie, Mercedes había viajado en el tiempo exactamente 200 años y probablemente fue el gran trueno que ecuchó el que originó esa peculiaridad.
Así es que trajo té calentito y galletitas y se dispuso a explicarle a Mercedes qué había sucedido, que eso que ellas estaba viviendo era algo único en la historia y que probablemente deberían esperar a la próxima tormenta para revertir la situación y que todo vuelva a su estado normal.
Mientras tanto no podrían perder la oportunidad de contarse miles de cosas que dos niñas de esa edad pueden contarse aunque vivan a 200 años de diferencia.
Estuvieron toda la tarde conversando animadamente, mientras Rocío le mostraba todas las genialidades electrónicas habidas y por haber, cuando en un momento se acercaron a la ventana y vieron que el cielo se hallaba encapotado y por la tele anunciaban fuertes tormentas, las dos niñas se miraron y se abrazaron fuerte, pronto se separarían seguramente, pero ninguna de ellas olvidaría nunca tan hermosa experiencia.
Y mientras duraba ese abrazo el trueno se produjo, se apretaron más fuerte que nunca, pero al abrir los ojos, en casa de Rocío ya no estaba Mercedes, sus bracitos estaban vacíos, y en casa de Mercedes, sucedió lo mismo, miró sus brazos y Rocío no estaba pero se consoló porque enocontró toda su habitación tal cual la había dejado.
Se asomó a la ventana y desde allí divisó a su padre a lo lejos que ya traía las ovejas de vuelta al corral. Todo había vuelto a la normalidad. Eso sí, con 200 años de diferencia las dos niñas se preguntaron a sí mismas, "¿alguien me creerá esto?, no creo, dirán que estoy loca, será un secreto entre nosotras dos."

jueves, 15 de octubre de 2009

Reencuentro al costado del camino


                                                                       I

Gloria no podía creer lo que habían hablado ella y Juance la última vez, se sentía flotar, por fon después de ya no se acordaba cuántos años, se encontrarían. Volvería a verse con Juance. La excusa de él, uno de sus smanales viajes a Córdoba por trabajo, ese año habían sido habituales y cada vez que le contaba a Gloria que estaba en tal o cual ciudad de esa provincia, la cabecita loca y rápida de Gloria hilvanaba sueños de reencuentro. Pero había que buscar la ocasión, no era fácil, no tenía muchas opciones de viajar en esa época de su vida. En esos años trabajaba y estudiaba, pero las grande y desfiantes locuras se le ocurrieron mucho después, cuando ya estaba jugada en su matrimonio y en su vida.
Toda su vida era monótona, salvo los martes y jueves que eran los días que no trabajaba y compartía el día entero con sus hijas. Podía darles el almuerzo y recibirlas con la merienda y además gozar de su compañía que era la única que amaba en esa casa. La vida con su marido en ella era insoportable.
Juance era su amor adolescente, el joven de quien había sido separada drásticamente sin ningún miramiento ni oportunidad de decisión a los dieciseis años, estando enamorada como solo se puede estar en esa etapa de la vida, con toda el alma, con todo el corazón, con todo el cuerpo, aunque en los tiempos que corrían en ese entonces el contacto corporal era mínimo. No era importante aún para Gloria y de hecho nunca fue lo más importante en el amor que le tuvo a Juance.
Pero ahora, se presentaba una oportunidad de que la antigua relación que duró como noviazgo, de los antiguos, sólo seis meses y luego fluyeran semanalmente las cartas, más tarde un silencio de tres años y luego nuevamente las cartas y luego un silencio de más de diez años, hasta que un día ella decidió buscarlo, encontrar su teléfono y lo llamó.
 A partir de allí, todo fue distinto para Gloria, pudo con esas llamadas semanales que tenía con Juance, soportar un matrimonio que terminó durando veintitrés años, pero que fueron suficientes para que sus dos hijas, sobre todo la mayor viviera en familia hasta el final, un final inesperado que no debía haber ocurrido pero así fue, la hija mayor de Gloria partió a los dieciseis años víctima de una leucemia y fue justo en ese año en que Gloria aún sin conocer que quizás ya tenía esa enfermedad, armó el viaje a San Juan que sería el que le permitiría el encuentro con Juance.
 El padre de Gloria vivía hacía poco tiempo en San Juan con su segunda esposa, con la cual no simpatizaba para nada, pero decidió ir a verlo ya que su padre no estaba muy bien de salud, nada importante, pero sabía que su padre se pondría feliz.
 Gloria lo reconocía el verdadero motivo del viaje era encontrarse con Juance a mitad de camino entre San Juan y Córdoba. Viajó a San Juan dos día antes, estuvo con su padre y el día establecido con Juance de acuerdo a su viaje de trabajo, cuando él volviera en la madrugada se encontrarían en la Parada de micros, donde Gloria bajaría y luego de cinco horas tomaría otro de regreso a Buenos Aires.
  Recuerda todos los detalles de ese viaje ansiado, compró ropa especial para el caso, no sólo su ajuar sino también su larga falda negra, su sweter largo y de hombros anchos y gran cuello polera de lana de angora, un detalle que resultó importante luego y para terminar el conjunto un abrigadísimo camperón de gamuza con capucha con cuello de zorro fue su vestimenta de ese día. Se veía linda y eso era lo que buscaba, Juance debía verla así, ella deseaba que no se arrepintiera de ese encuentro y al mismo tiempo que pensara que el paso de los años no habían sido para dañarla sino todo lo contrario para mejorarla. Y en este punto, Gloria siempre pensó que esos fueron sus mejores años como mujer, cuando mejor estaba su figura y sus facciones, su cabello y sus piernas y lo que es más importante, su estado anímico. No sería exagerado decir que en ese año 1994, Gloria gozaba de la plenitud de sus cuarenta y un años que en realidad parecían menos y que además esa plenitud no era sólo física, mucho más lo era como mujer en todo sentido y sobre todo como se ha dicho antes su ánimo, su psiquis, estaban pletóricas.
Si hemos de decir la verdad esta quizás fue hasta pocos meses después la mejor edad de Gloria, sólo hasta pocos meses después, luego, bueno, es otro tema.
Se despidió de su padre con premura al mismo tiempo que con tristeza, siempre le pasaba cuando iba a visitarlo, no estaba tan anciano, pero su enfermedad lo hacía parecer uno de ellos. Su débil figura parada saludándola en la parada cuando el micro partía es una imagen que Gloria tiene calada dentro de su mente, de su corazón y de su alma para siempre, Gloria amaba y ama a su padre de una manera especial. Siempre lo sintió como su protector y cuando el partió apenas medio año después de este viaje, no pudo llorarlo suficientemente, un dolor mayor aún lo tapaba todo y al fin más que llorarlo, le agradecía, porque sentía que iba a acompañar a su hija que partió también unos pocos meses antes.
Pero todo esto son historias de otras historias y en ésta la idea es contar el reencuentro de Gloria y Juance después de más de diez años.

                                                                     II

A la hora establecida por la empresa el micro llegó al pueblo donde se econtrarían. Gloria llevaba tan solo un bolso muy chico, así es que no tuvo que sacarlo del empaque, sólo bajó y lo buscó con la mirada, no lo encontró. Se decidió a acomodarse en un rincón del andén cuando escuchó su voz que le decía "Hola chiquita", ese chiquita era sólo suyo, y esa voz aún con el paso de los años, era inconfundible, no le había fallado, allí estaba Juance.
Le tomó el brazo, subieron al auto y tomaron la ruta. Conversaron diversas cosas, naderías, nimiedades para llenar el shock del primer momento. Sus conversaciones telefónicas habían sido siempre tranquilas hasta ese momento, por lo tanto no presagiaban qué podía suceder en ese viaje. Pero Gloria esperaba que sucediera todo, por lo tanto pensó que Juance ya tenía un hotel buscado y previsto para la ocasión, más aún teniendo en cuenta que tenían sólo cinco horas hasta que llegara el micro que partiría a Buenos Aires.
Gloria empezó a notar que él continuaba por la ruta o retrocedía  sin rumbo fijo, se dio cuenta que no había habido una preparación previa para otra cosa que no sea verse cara a cara y conversar. Ah...no, pero ella no se quedaría por lo menos sin un beso, los recordaba y los deseaba desde que tenía dieciseis años y ahora tenía cuarenta! Vaya si había acumulado deseo de besos por lo menos. Y ante la quietud de Juance en este sentido, fue Gloria quien inició el tema, literalmente le pidió que la besara. Inmediatamente él lo hizo y allí demostró recién que también él por lo menos en ese momento los estaba deseando.
Lo que siguió fue una larguísima sesión de besos y caricias, de suspiros y calor, de ardientes y enardecidos besos de amor y de deseo como muy pocas veces se vio,  cinco horas casi, de besos y caricias que se parecían mucho a las prodigadas mutuamente en la adolescencia, con algunas pequeñas nuevas variantes, pero que conformaron a Gloria igualmente, sin dejar de imaginar que el encuentro carnal definitivo entre ellos estaba destinado al fracaso, nunca se produciría. Éste fue, es y será para toda la vida un amor platónico pensó.
Llegó la hora de la partida, él le manifestó una disculpa de que no conocía el pueblo como para poder estar en otro lugar, más tranquilos, Gloria siempre se quedó con la duda de si no había querido preparar nada por no conocer el pueblo o por no estar seguro de querer estar con ella en intimidad hasta no verla, situación que puede ser por lo demás, absolutamente entendible y lógica, el paso de veinticinco años en la vida de una persona sin haberla visto pueden haber dejado rastros que quizás no se quiera investigar demasiado.
Gloria lo entendió, aunque para ella era distinto, Juance estaba tan lindo y apuesto como siempre, la incipiente madurez lo había a su mirar mejor aún, pero para Gloria, Juance era Juance así o sin cabello y con panza. Su amor superaba ya todo matiz estético, su amor salía de su alma, sus cuerpos eran secundarios, tan secundarios que si no podía estar nunca con él no importaba, a ella la hacía feliz el sólo hecho de que él la llamara y saber que también la quería un poco todavía.
Volvió a su casa con el corazón desbordante de felicidad, faltó el sexo es cierto, pero fue tanto lo que se entregaron en besos y caricias en susurros, en palabras, que ella, una mujer no demandante al extremo en cuanto al tema sexual se trataba, igualmente había quedado satisfecha y pletórica. Quizás era mejor pensaba entonces, la primera vez tenía que ser así.

                                                                       III

Al día siguiente a su llegada a su casa recibe una llamada de Juance, estaba muy bien también, aunque quizás un poco defraudadod de sí mismo en cuanto a no haber buscado un lugar para estar juntos, quizás recién dentro de ese auto, al costado de la ruta y en la madrugada pudo conocer a la Gloria adulta y pudo darse cuenta que podía haberle dado mucho más de haber estado en un cuarto de hotel.
 Pero lo más gracioso, por lo menos para Gloria, fue escuchar que cuando llegó a su oficina en la mañana sus compañeros de trabajo le preguntaron qué tenía en la camisa que estaba llena de pelos, lo tomaron a risa de que lo había atrapado un gato (no conozco las connotaciones de esta broma pero Gloria se las imaginaba). El hecho era que nuevo sweter negro de angora había dejado sus huellas en su camisa, ya que ambos se habían sacado los abrigos, por supuesto que de contar con un cuarto esto no hubiera ocurrido.
Y este es final de esta historia que Gloria no hubiese nunca querido que se escribiera pero así sucedió. Un día de esa misma semana, mientras aseaba su cocina y sus hijas se hallaban en la escuela, recordaba los momentos vividos junto a Juance y su fé católica le transmitió la culpa, no estaba bien lo que había hecho, ambos eran casados, pero ella lo amaba tanto y desde hacía tanto tiempo! que atinó a elevar su cabeza al cielo y decir una plegaria, "Dios! no me quites nada de lo bueno que tengo!".
Volvieron sus hijas del colegio y las abrazó con mayor regocijo y amor que nunca y agradeció a Dios haberle mandado esas hijas que tanto amaba y que como ella decía eran su óxigeno para su existencia.
A la semanda siguiente recibía el diagnóstico de leucemia de su hija luego de apenas unas horas de sentirse mal, al mes y medio su hija mayor partía para siempre.
Su alma desolada sintió además de dolor una inmensa culpa, pero al mismo tiempo tuvo y todavía tiene a veces un antiguo enojo con Dios, que ora se atempera y ora regresa, porque no entiende por qué prodigó un castigo tan grande por solamente en ese momento haber dado tanto amor en besos. No lo entendía y todavía no lo entiende muy bien. Gloria aún, a pesar de su inmenso amor y fe en Jesús y en María no comprende muy bien las actitudes del Padre. Ella siempe piensa que cuando llegue a su encuentro deberán tener una charla con detalles al respecto.


Melan.

lunes, 12 de octubre de 2009

Encuentro


Eran uno de los tantos templados días de octubre, con el sol regodeándose entre los árboles ya frondosos y con la leve brisa que aún quedaba como resabio de un invierno ya totalmente perimido.
Gloria estaba feliz, ya hacía unos meses que no sólo hablaban por teléfono con Juance de un modo frecuente y cada vez más lanzado, más erótico, eso mirado desde alguna otra óptica puede ser nada, pero para ella era mucho. También se habían visto ya dos veces, una en Buenos Aires y otra en su provincia en el Chaco, pero como esos viajes no eran fáciles para ninguno de los dos, el teléfono era la salvación o mejor dicho.... la pasión prodigada, entregada y recibida que no podía realizarse personalmente.
Hacía unos meses que no se veían, ni ella ni él podían encontrar un rincón de su tiempo y de sus escondites para huir de sus realidades y vivir la ensoñación que significaba estar juntos.
Pero Gloria no se desesperaba, para ella, después de más de veinte años de amarlo llorando su ausencia, que ahora lo viera siquiera una vez al año y hablar semanalmente por teléfono, era todo un logro. Así es que ese martes se disponía a salir como siempre cuando suena el teléfono, era Juance.
Era un poco temprano y en día de semana, le sorprendió un poco, atendió y al oir su voz, como siempre su corazón comenzó a latir más velozmente. El llamado de Juance era muy escueto y apurado, le avisaba que al día siguiente estaría en Buenos Aires y que quería verla en la confitería de siempre a las once de la mañana.
Eso fue todo, un "chau chiquita te espero" y cortada la comunicación. Apenas si alcanzó ella a despedirse. Luego ya tranquila analizaba este casi monólogo y se decía a sí misma qué seguro estaría él de su amor que sabía que ella pospondría cualquier cosa con tal de verlo, por eso ni siquiera le preguntó si podía. Y claro que podía! Cómo no iba a poder desarmar todo lo que tuviera armado para ese miércoles si venía nada menos que su Juance, su amor de toda la vida, el hombre por quien superaba cualquier dolor, el hombre que ejerció sobre su vida la mayor influencia que con respecto a amor pueda haber ejercido después de sus hijas.
Su amor por Juance superaba cualquier obstáculo, o por lo menos pudo superar todos los que ella era la involucrada en tomar la decisión. Cuando las decisiones debía tomarlas él, ya esto escapaba al poder, a la fuerza de su amor.
Pero basta de disquisiciones pseudofilosóficas, el tema era que tenía que pensar en qué ponerse, en cómo armar el día para que parezca que iba al centro a otra cosa, en fin, toda la "misce en scene" que en estos casos necesitaba para que su marido no notara que iba a encontrarse con otro hombre. Posteriormene ella analizó también estas actitudes de su marido y concluyó en  que él, su marido, se daba cuenta, pero no le importaba, disminuía su complejo de culpa por tantos años de engaños con infinidad de mujeres, desde que eran novios que ya la engañaba. Ella pensaba algunas veces años después, que estas salidas furtivas de Gloria le parecerían a su marido como un juego de niños, él era un mentiroso avezado en engaños maritales.
En fin, lo cierto es que Gloria decidió su excusa, la facultad, siempre la facultad, pero es que aunque ese no era día de clases el estudiar en la biblioteca era algo que hacía normalmente con un grupo de compañeros, así que esta vez nuevamente la salida supuestamente sería por motivos de estudio. Preparó su ropa, una larga pollera patchwork, una blusa negra y un bleiser negro también. Sus clásicos zapatos de taco su cartera colgante y su toque de coquetería en un leve maquillage era todo lo que llevaba. Por supuesto preparó un ajuar con detenimiento, pero pensó que esta vez se verían sólo para tomar un café porque según entendió estaba con poquísimo tiempo, la empresa demandaba sus servicios con urgencia.
Juance cuando venía a Buenos Aires siempre se alojaba en el mismo hotel, uno muy cercano a la Avenida de Mayo, en la zona de Congreso. A media cuadra había una linda confitería con un reservado en el primer piso, Gloria la conocía de haberse encontrado ya una vez anterior allí con él.
Salió a horario de su casa y como era habitual en ella, llegó puntualmente a la confitería. Juance por supuesto todavía no estaba, pero no tardó mucho en llegar. Cuando lo hizo, no quiso servirse nada, ni un café. Pagó el que ella había pedido y le pidió que no lo tomara, estaba apurado.
Gloria, se alegró de verlo como siempre, pero lo notaba nervioso, mucho más que de costumbre, que en realidad por lo menos con ella no lo era.
Bajaron del primer piso de la confitería y él paró el primer taxi que pasó, le pidió a ella la dirección de un hotel,
- ¿qué hotel? le decía Gloria,
- uno, cualquiera casi gritaba él.
Allí recién ella reaccionó que él quería ir a un albergue transitorio, que quería un hotel por hora. La verdad, la tomó totalmente de sorpresa, conocía uno que ella misma había buscado con tiempo para ambos para su primer encuentro hacía por lo menos un año, pero Gloria no iba a hoteles transitorios con frecuencia, sólo lo hizo con él aquella vez y luego nunca, ella tenía su marido y éste no la llevaba a hoteles, allí se divertía con sus amantes, con ella sólo cumplía en su casa.
La situación dentro del taxi se tornó estresante porque no había dirección que indicarle al taxista y mientras recorrían las calles de Buenos Aires, de pronto vieron un cartelito "Hotel", Gloria no recuerda quien lo vio primero si él o ella, lo único que recuerda que Juance ordenó al taxista que se detenga allí, le pagó, le dejó el vuelto e ingresaron al hotel.
Pero hete aquí que el hotel de marras no era para parejas, sino un simple hotel de pasajeros y de los más bochornosos que podía haber en esa ciudad, ya se veía desde la entrada, a Juance no le importó nada, pidió una habitación para dos y ocurrió algo que Gloria jamás olvida, por primera y única vez en su vida ella fue la señora Fontini, sí porque él la registró como su esposa. Les dieron las llaves y buscaron la habitación. Estaba bien cerca de la conserjería.
Bueno, esta es una etapa de esas que jamás en la vida olvidará Gloria, indudablemente el deseo de Juance era desbordante, abrasador. Ni bien cerraron la puerta, ni dejó que ella como acostumbraba revisara cómo era la habitación, la tomó entre sus brazos y comenzó a besarla de la manera más apasionada que ella haya conocido, al tiempo que la desvestía y ya ella también contagiada de su deseo lo hacía con él. Se desvestían mientras se besaban y sin más preámbulos,  Juance la arrojó literalmente a la cama y se aplastó sobre ella, al tiempo que la besaba entera, y cuando digo entera es literalmente entera. Sus cuerpos desnudos transpiraban y se resbalaban en medio de ese sudor de pasión, Juance ordenaba y prodigaba, envolvía y se desarmaba en poses, en actos, en penetraciones diversas, toda su hombría y todas sus hormonas se hallaban presentes esa mañana y todo esto se lo transmitió a Gloria que respondió, con la misma impetuosidad, ella lo deseaba siempre, pero además... ella lo amaba desde siempre y ya se había convencido con la primera vez que hicieron el amor, que no existe en el mundo nada más placentero que el sexo con amor. Se dieron y se entregaron recíprocamente como nunca Gloria lo había hecho ni lo había recibido, la virilidad y la pasión de Juance eran incomparables, todos los años de sexo vividos con su marido no llenan uno solo de los encuentros con Juance y menos éste, que ella cree fue el más erótico, sensual, apasionado y hasta con ribetes porno que le dieron al encuentro un cariz jamás vivido ni antes ni después por Gloria en su vida. Este hombre era fuera de lo común. Y pensar que ella se enamoró de él sin conocer toda esa catarata de pasión que sabía desplegar, pensar que lo amó tantos años platónicamnte, usando sólo su corazón. Ahora que podía entregarle su cuerpo y recibir el ardor del suyo su amor por supuesto iba a ser inmortal.
Acabaron juntos después de una sesión increíble de sexo elevado a la enésima potencia, indudablemente Juance, no sólo era sumamente viril y apasionado, Gloria pensaba que algo debía amarla o también algo debía tener ella para él para que su voracidad desembocara en tamaña exteriorización sexual.
Gloria, creía que se quedarían allí unas horas, de hecho este lugar era para quedarse todo el día, pero no, su sorpresa no tuvo límites cuando Juance no le dio tiempo casi ni a terminar de vestirse, le urgía salir de alli y volver al hotel, a su hotel lo antes posible, así es que mintió al conserje que salían por un rato y nuevamente detuvo el primer taxi, le indicó la esquina de la confitería, en el camino, unas cuadras no más le dijo que ella siguiera viaje el tenía que volver, su mujer lo esperaba para ir a almorzar, había venido con él.
Toda la pasión que hacía un rato había vivido Gloria, se transformó en tristeza y mientras le indicaba al chofer el camino a la facultad dos lágrimas asomaron a sus ojos. Había vivido en menos de dos horas dos reacciones emocionales increíbles y contradictorias. Entredientes maldijo a su propio destino. En pocos minutos llegó a la facultad. Ese día su cerebro no pudo retener ni una sola línea de su libro de derecho comercial, ese día su mente sólo fue recuerdos


Melan

jueves, 24 de septiembre de 2009

El viaje de Mariana




¿Cómo empezar un cuento si ni siquiera tengo los personajes? Tampoco está la ubicación ni el tiempo en el que se debe desarrollar la historia...uffa...decía Mariana, tengo que escribir un cuento y no sé por donde empezar.Menos mal que debo entregarlo pasado mañana, tengo tiempo. A ver, a ver, bueno...podría imaginarme una niña como yo, de diez años, que tiene que hacer como tarea un cuento y que no sabe cómo empezar...Hasta ahí vamos bien, pero cómo sigo?  Humm...creo que voy a seguir después de merendar dijo mirando el reloj de su mesita de luz, son las cinco, tengo hambre, qué raro que mami no me llamó todavía para la merienda, mejor bajo yo.
Bajó corriendo las escaleras y llamó a su mami, -mami!-, -mami!- tengo hambre! no está la merienda? No encontró enseguida a su mamá, aunque notó ciertas cosas raras en el ambiente. Los muebles no eran los mismos, las cortinas tampoco y las ollas...uyy...qué risa qué raras eran...
De pronto se abrió la puerta y apareció su mamá, pero vestida de una manera rarísima, tenía una larga pollera, un delantal, una blusa de amplias mangas y sobre la cabeza una especie de pañuelo arruchado en los bordes, cuando la vió iba a preguntarle pero su mamá apurada venía con una gran cafetera plateada y le decía pero Marianita! cuánto tardaste en bajar! Hace rato te estoy llamando, tuve que ir a calentar de nuevo la leche y...además...qué tenés puesto? de dónde sacaste esa ropa? Ayy...Dios mío otra vez jugando al teatro y a tus personjes. Sacate ese pantalón antes de que venga tu padre y te vea así vestida, parecés un varón. Marianita que no entendía nada porque tenía puestos uno de sus jeans de siempre, subió corriendo las escaleras buscando ponerse otra cosa y grande fue su sorpresa cuando vio que en su placard que tenía un aspecto distinto también como todos los muebles de la casa, encontró con que sólo había vestidos y blusas de distintos colores, todos suaves y de una tela muy suave también. Junto a cada percha de cada vestido colgaba un pañuelo igual al de su mamá, con los colores acordes al vestido. Eligió el que más le gustó, se lo puso y se miró al espejo, se vió igualita a los dibujos de esa nenita que su hermana mayor tenía por todos lados, de cuando era chica. No quiso pensar en nada más, su estómago le pedía su cereal y su leche. Bajó hasta la cocina y su mamá le tenía preparada la mesa, pero no estaba su cereal preferido en su lugar había un enorme tazón con café y mucha leche y en varios platitos su mamá había distribuido pan, grandes bizcochos que se veían apetitosos, manteca, miel y unos dulces.
Comió todo sin preguntar y salió a jugar un rato al patio. Ahhh noo...esto ya se estaba poniendo demasiado raro, en lugar de su gran jardín, su hamaca y su bicicleta, había todo alrededor un enorme campo y donde debían estar sus juguetes, unos raros instrumentos que intuyó eran para trabajar ese campo. Vivía en medio del campo! Pero ... ¿cómo podía haber pasado esto? Si ella vivía en una hermosa casa, bueno la misma pero muy moderena y en un lindo barrio de la ciudad. No entendía nada, todo estaba transformado, su casa, sus ropas, su comida y sin embargo su mamá no notaba nada...qué ocurría?
Se puso un poco triste y pensó que lo mejor sería que fuera a ver a su mamá y le contara lo que le pasaba, ella entendería, aunque...dudaba un poco de que ella misma entendiera qué pasaba.
Volvió a la casa, no encontró a su mamá, pero en cambio, en un antiguo sillón vaivén había sentada una señora ancianita, que Marianita reconoció en parte, cuando estuvo frente a ella terminó de darse cuenta quién era...su abuelita Mariana! por quien ella llevaba su nombre estaba allí!. Se alegró de encontrarse con alguien a quien conocía muy bien y a quien amaba tanto...Decidió contarle a ella lo que le pasaba, así fue como se enteró que su abuelita desde el Cielo aquella tarde en su habitación la había escuchado sobre su falta de inspiración para su tarea del cuento y entonces decidió ayudarla y la llevó nada menos que al pasado, a setenta años atrás cuando ella misma tenía su actual edad y nadie se había dado cuenta porque ella era igual a su abuelita cuando era chica y su mamá era igual a ella. Todas las mujeres de su familia eran muy parecidas entre sí, Su bisabuelita que fue la que en realidad le dio la merienda no notó para nada la diferencia salvo lo de la ropa que lo tomó como un juego común de los que tenía su hija.
Mariana entendió todo, agradeció mucho a su abuelita su ayuda y ambas se fueron a recorrer un poco más la casa de campo, donde su abuelita aprovechó para mostrarle infinidad de pequeñas cosas que ella tenía cuando era chica y de juguetes de aquella época con los cuales jugaba, como asimismo los animales que criaban y todo lo que había sido su niñez.
Se apuraron porque ya se acercaba la noche y después de cenar, Mariana iría a dormir y allí en la noche el sortilegio de la vuelta al pasado terminaría.
Así fue como al despertarse para ir a la escuela, miró rápidamente a su alrededor y vio todo otra vez normal, sus muebles, su ropa, su casa en general, bajó rápidamente a contarle a su mami, y lo hizo mientras desayunaba, a lo que su mami con dulzura la miró y le dijo que había tenido un hermoso sueño. Mariana se quedó pensando que a lo mejor su mami tenía razón y que aquello que ella sintió como tan vivo no había sido más que un dulce sueño con su abuelita. Dudando entre esta nueva idea o su seguridad anterior subió nuevamente a su habitación esta vez apurada a buscar su mochila porque ya se hacía tarde, la encontró como siempre sobre su escritorio, pero esta vez, a su lado había una hermosa muñeca de porcelana con un largo vestido cuadrillé, delantal y una cofia que le cubría la cabecita. Mariana la miró y sus ojitos brillaron de la emoción, miró hacia arriba y dijo -gracias abuelita-, sentó con cuidado a su nueva muñeca y salió corriendo porque ya el micro tocaba su bocina para partir al cole. Ese día Mariana al volver de la escuela escriibió el mejor cuento de la clase, tanto que no sólo sacó un diez, sino que fue felicitada frente a todos sus compañeritos porque su cuento, no sólo era entretenido sino que había enseñado costumbres del pasado de su pueblo.


Melan


domingo, 20 de septiembre de 2009

AMOR Y DESTINO

                                                 I
La vida de Gloria transcurría monótonamente a pesar de su edad, 14 años, una edad que debiera ser pletórica y feliz, pero ella no, ella no lo era. Sus días eran todos iguales, su casa con su madre despótica, su padre ausente, su hermano menor ocupado en su fútbol y su escuela, en la cual ella era lo que hoy llamarían una joven nerd.
Siempre había sido así, recordaba su infancia con tristeza, una niña callada, sumisa y muy castigada. Esa infancia había marcado su personalidad, o por lo menos la había arrinconado en lo más profundo de su corazón y de su mente para transformarla ya tan chica, en una niña de mirada triste, todavía hoy lo notaba mirando antiguas fotografías de la época.
Ese día como todos los hábiles de la semana, volvió a su casa del colegio, sin otra novedad que algún nuevo diez en sus notas, lo cual ya más que alegría u orgullo le producían rechazo, porque representaban y eran un poco el resultado de su vida de adolescente solitaria y triste.
Prendió la televisión, miró la serie que gustaba ver a diario y luego de merendar se retiró a su habitación a hacer su tarea, pero además esto significaba poder también dedicarse a su entretenimiento favorito, la fantasía.
Sí, Gloria tenía muchas fantasías, desde muy niña había descubierto esta práctica como modo de escabullirse de la apatía, de la abulia, del aburrimiento que era su vida sin amigos y sin diversiones de ningún tipo.
En su etapa infantil cada vez que su madre la castigaba injustamente, que era siempre, porque ella era una niña tranquila y dulce, repetía una fantasía que como un sueño se había transformado en recurrente, la llamaba la de la casita voladora. Soñaba despierta que huía de su casa y se llevaba a su hermanito para salvarlo también a él de las garras de la bruja (que en su fantasía era su madre) y con esta casita elevada en el cielo y pudiendo recorrer el mundo se alejaba de aquella madre que tanto la hacía sufrir.
Su casita tenía todo lo necesario como para pasar mucho tiempo allí y no tener que bajar para nada y su mayor satisfacción era ver desde arriba como su madre arrepentida reclamaba por ella y su hermano.
Esa tarde luego de hacer su tarea, se había enfrascado en otra de sus tantas fantasías ya a esa edad, esta vez Paul M'Carty se enamoraba de ella y la llevaba muy lejos de esa vida apagada y sin amor que sentía vivir.
Pasaron así algunas horas y llegó la noche y con ella su papá que tan poco se veía en la casa y que ella tanto añoraba que estuviera. Su presencia la calmaba, su madre nunca les pegaba cuando él estaba y además, su padre era como un héroe para ella. Él conocía ese mundo que ella jamás había visto más que para ir al médico. El mundo de la ciudad, el de los colores, los negocios, la música y la alegría. Ella adoraba a su padre, él nunca le había pegado, jamás la maltrataba de ningún modo, ya grande ella y fallecido él, lo recordaba y no podía hacer que vinieran a su mente más que imágenes de ternura y protección por parte de su padre. Así era él.
                                                    II


Aquella noche llegó y ella salió a su encuentro estirándole sus brazos para el gran abrazo que cada noche le regalaba sólo porque lo amaba y era feliz de sólo verlo. Ya no le preguntaba como cuando era niña qué le había traído ese día, pero igualmente ella sabía que siempre algo traía. En ese tiempo siempre le gustaba cuando le llevaba unos grandes medallones de crema de menta bañados en chocolate, su verde papel brillante le hace recordar a su padre hasta el día de hoy.
Su madre ya había terminado la cena y toda la familia se sentó a la mesa familiar. Cenaron lo de siempre y al terminar su padre les dijo que tenía una sorpresa para todos. Los ojos de la dulce adolescente perdieron por un instante su tristeza habitual para dar paso a una mirada de sorpresa que esperaba ansiosa la sorpresa prometida. No lo olvida más, su padre dijo textualmente: "nos vamos al Chaco".
Su corazón saltó, pero no podía comprender si era de tristeza, miedo, o ....alegría. Escuchó atentamente los pormenores que su padre explicaba sobre los motivos de este viaje de trabajo y a vivir a esa provincia alejada y desconocida totalmente para ella y allí lentamente comenzó a sentir por ese lugar un sentimiento que no se iría jamás de su vida. Comenzó a cambiar su estado de ánimo, comenzó a modificar sus fantasías por realidades, sabía que tendría que mudarse y eso ya la hacía feliz, sabía que tenía que cambiar de escuela y de compañeros, pero qué más daba, ella no se sentía atada a nadie ni a nada en ese lugar, su escuela para ella era la más aburrida del mundo, recién se había inaugurado y sólo tenía tres divisiones, primero, segundo y tercer año. Ella se encontraba en segundo año y por cierto que si bien dejaría un lugar donde tenía excelentes notas, esto era lo que menos le importaba, porque más allá de su excesivo tiempo para estudiar ya que no tenía amigas ni amigos ni salía nunca a ningún lado; lo cierto también era que le gustaba estudiar y aprender y que eso lo hacía con gusto, por lo tanto no la asustaba el cambio porque sabía que sus notas no bajarían, dependían de ella y en eso era muy segura. Exaltada con la novedad se fue a dormir. Esa noche no necesitó sus fantasías. La realidad comenzaba a cambiar y ella en esos momentos no podía imaginar cuán infinitamente y para siempre en su vida cambiaría ese viaje su realidad.


                                                 III


Ya al día siguiente de ese noviembre a pocos días de terminar las clases se sintió feliz dándole la novedad  a sus compañeras, sólo dos de ellas serían las que más extrañaría, se los dijo y ellas coincidieron en lo mismo. El tiempo lo demostró, fue con las únicas que mantuvo la amistad durante toda la secundaria y con una de ella hasta la encontró una vez y pudieron verse por un tiempo.
Contó también al resto de sus compañeros su novedad, pero como de costumbre no les importó nada, a ella tampoco la actitud de ellos, ya estaba dejando de sentirse parte de ese mundo, en realidad nunca lo había sido, concurría a esa escuela pero era sólo eso concurrir para adquirir conocimientos pero nunca hubo ningún tipo de integración social en esos dos años de ser alumna de esa escuela secundaria nª 1, la diferencia es que ahora se estaba dando cuenta y eso en lugar de entristecerla la hacía feliz.
Terminaron las clases, como todos los años, tuvo las mejores notas de la división, su madre tuvo que ocuparse de todos los trámites del pase al colegio al que ingresaría en tercer año comercial en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña, provincia del Chaco, destino al que había sido asignado su padre en su empleo y lugar en el que trancurrirían físicamente los próximos dos años, pero no podía adivinar en esos instantes que emocionalmente viviría allí toda su vida.




                                                   IV


Llegaron en febrero, un febrero caluroso como pocos en esa pequeña ciudad del centro mismo del territorio chaqueño.
Debieron vivir unos días en un hotel y luego cuando llegaron los muebles desde Buenos Aires, ya pudieron ubicarse en la casa asignada para la familia, la cual se ubicaba en un barrio de integrantes del empleo de su padre.
Recuerda siempre que la primera vez que salió fue nada más que a la siguiente mañana a inyectarse la vacuna correspondiente para poder ingresar al colegio. Ya allí vislumbró levemente lo que quizás, para ella en esos momentos, sería un buen año escolar. Conversó con dos chicas de su edad que iban al mismo colegio que iría ella y recordó siempre haber tenido una charla muy amena y, cosa rara para su costumbre, haberles caído simpática y haber sido ella misma muy conversadora, esto último una cualidad que no descubrió en sí misma sino hasta haber pasado esos años en la que sería su querida Sáenz Peña.
 A los pocos días comenzaron las clases. El primer día ya, y esto sería una costumbre habitual en toda su estadía, la pasaba a pasar a buscar un coche de la empresa que ya venía con una chica y un chico de su edad arriba y a los tres el chofer los distribuía en sus respectivos colegios. Se llamaban Ana y Beto  y resulta extraño pero lo costó más hacer amistad con ellos que con sus compañeros de colegio, olvidé aclararlo; Ana era de La Pampa y Beto de Buenos Aires como ella.
El chofer, un hombre grande ya pero sumamente afable, comprensivo y paciente, (luego sería su compinche de sus inocentes aventuras adolescentes), la dejó a Gloria por último en su colegio, el Colegio Comercial, bajó del auto, entró y miró a todo su alrededor, todo era extraño y nuevo pero le gustó.



                                               V


Antes de que tocara el timbre se sintió muy sola, todos cuchicheaban con sus antiguos compañeros, en ese primer encuentro después de los tres largos meses de las vacaciones de verano y nadie reparaba en su presencia. Se dedicó a recorrer un poco el patio y merodear el colegio todo ya que no había ido antes para hacerlo. Le gustó la entrada y las aulas, no tanto el patio porque no tenía un buen piso, pero sí le encantó una morera debajo de la cual había un banco de piedra en el que se sentó y allí, muy queda y sola esperó la hora de entrada. No pasaron muchos minutos hasta que tocara el timbre, buscó preguntando su lugar, sabía que pertenecería al tercero B y se ubicó en la fila correspondiente. Se presentaron las autoridades, directora y rector, tan antipáticos y punto de bromas de los alumnos como en todos lados y luego conoció a su preceptora que fue la primera que le dio la bienvenida y la que le indicó su aula. Estaba en el primer piso y tenía una gran ventana que daba al patio pequeño de un vecino. Nunca lo olvidará porque el vecino guardaba allí dos pajarracos que le parecieron horribles, unas gallináceas enormes llamadas charatas, que graznabn justamene ese nombre ¡¡charata!! ¡¡charata!! toda la mañana, motivo por el cual debía mantenerse cerrada la ventana si la idea era aprehender algo de lo que los profesores intentaban que aprendieran.
Se sentó en el primer banco, con la idea de estar bien atenta a las explicaciones de los profesores y porque no tenía a nadie con quién sentarse. A su lado, luego se sentó una chica llamada Graciela, que terminó siendo su gran amiga y que era una excelente atleta pero jamás estudiaba.
Luego de unos minutos de entrar y mientras esperaban al primer profesor todos conversaban y ella se dedicó a mirar a su compañeros, al curso entero, pero especialmente a los varones y allí lo divisó y lo eligió, sí se dijo a sí misma  "ese es el chico más lindo, ese chico me gusta", mientras el tal chico no cesaba de hablar y hacer bromas entre sus compañeros varones, ya que todos se sentaban juntos en el lado de la pared de la ventana, mientras que las chicas lo hacían en el sentido contrario.
Llegó el primer profesor, que de inmediato tomó en cuenta la nueva alumna y no dejó escapar un leve tono de desagrdo por su origen porteño, situación discriminativa entre porteños y provincianos que se desarrollaba y aún se hace aunque en menor medida, recíprocamente. Gloria se quedó con la impresión después de esta hora de clase, la primera de su estadía allí, que las cosas no serían tan fáciles como las había imaginado. Además, aunque ella no lo había previsto y pensó que no sucedería, extrañaba a sus compañeros, en realidad, después ya adulta lo comprendió, no eran las personas a las que extrañaba, sino a su hábitata habitual, a su entorno social, que sin ser ni mejor ni peor que este, solamente era distinto y mal o bien era al que ella había pertenecido y ahora se sentía que habí perdido su estado de pertenencia a un grupo, a un estrato social, algo que es mucho más grave y doloroso en la adolescencia que en cualquier otra etapa del devenir humano. En pocas palabras, Gloria se sentía sola y así en ese estado, bajó las escaleras y así desvalida de amigos y compañeros con quien departir las viscisitudes del verano y vacaciones, decidió sentarse en el banco bajo la morera y observar...fue allí sentada en aquel lugar donde por primera y única vez se le cayeron dos lágrimas en las mejillas. La soledad de una adolescente en medio de una multitud de amigos adolescentes es comprensible, Gloria no debía haber pasado por esto, pero el tiempo le mostraría más adelante que sus padres no eran capaces de pensar en sus sentimientos. La querían sí, y mucho, pero sus capacidades no alcanzaban para el análisis psicológico y emocional de sus hijos. No pudieron o no quisieron ocuparse de ello y en esto por lo menos a Gloria, le hicieron mucho daño.
Las lágrimas no tuvieron oportunidad de continuar en llanto, allí se quedaron porque enseguida, nunca supo Gloria si por ellas o por simple bonanza, dos chicas se le acercaron y comenzaron a hablarle, a preguntarle de dónde era, cómo se llamaba y demás. También es cierto que era un tanto lógico, era la única alumna nueva y era de Buenos Aires, esto último sobre todo tenía para aquellos jóvenes chaqueños una connotación particular, estaban alertas, querían conocer a "la porteña" como ella se enteró después que la llamaban, en realidad despreciaban a los que venían de Buenos Aires y tenían sus motivos para estar alertas, siempre los porteños y sobre todo los muy jóvenes habían sido muy petulantes y creídos, siempre su trato era de menosprecio al habitante de esa alejada provincia argentina muy poco conocida y con muy poco por conocer. Fue Gloria quien entre pocos quizás, pudo darse cuenta que esa provincia no tendrá imponentes bellezas naturales, pero tiene un caudal de gente de tanto valor intrinseco, de tanta generosidad, de tanta calidez y de tanta sensibilidad que solamente cuando uno se presenta con una semblanza humilde y abierta y tiene la suficiente capacidad como para reconocer en las personas su verdadera esencia, entonces recién puede llegar a amar al Chaco y su gente hasta lo inimaginable. Eso fue lo que Gloria pudo hacer y recibió lo que es esperable a esta entrega en consonancia, una enorme solidaridad, un impredescible reconocimiento y la mayor estima y afecto que se puede dar a una persona que recién se conoce.
Terminó el día de clases y Gloria, ya podía decir que tenía nuevas amigas y esto sucedía en su curso de tercer año, el primer día de clases y en el Chaco.



                                               VI


Todas estas relaciones fueron in crescendo a medida que pasaban los días al punto que habían transcurrido apenas dos semanas de clases que Gloria ya fue invitada a la primera fiesta de quince de una compañera de su curso. Ya estaba instalada en él, ya tenía por fin un grupo incipiente de pertenencia y al decir de las palabras de una profesora inolvidable para ella, la señora Rueda, profesora de matemáticas, Gloria ya era "sapo de este pozo", frase célebre para el grupo que produjo cuando fue expresada al curso en pleno por la mencionada profesora, no sólo la risa de todos, sino la confirmación de la misma por parte de todos sus compañeros y la emoción de Gloria que por primera vez en su vida se sentía integrada a un grupo de su edad. Qué paradojas tiene la vida no? Había tenido que viajar mil kilómetros e instalarse a vivir casi en el medio del monte chaqueño para encontrar por fin su lugar en el mundo.
Pero no he vuelto sobre el tema de aquel joven a quien Gloria ya había elegido como el mejor, el más lindo, el que le gustaría desde ese momento. Porque así lo decidió, le gustaría y cuando lo vio de cerca y luego cuando cambió alguna palabra con él, muy pocas porque era de los que estaban mas "alertas" que ninguno, ´pudo comprobar que no sólo había hecho una elección de gusto por estética nada más, había sido su corazón el que había elegido y entonces comenzó a amarlo.
Su entusiasmo y su estrenado amor necesitaba saberes, conocimientos, detalles de su persona y más allá de lo que le contaron sus compañeras, en general porque no confió a nadie su secreto, comprobó por sí misma que Guillermo, así se llamaba, tenía novia, que ella se llamaba Estela y que estaba en el otro curso de tercer año el A. Ya allí comenzaron los sufrimientos  de Gloria por este hombre por el que no dejaría nunca de sufrir ni al que nunca dejaría de amar.


                                           VII


Gloria pasaría todo ese tercer año de la secundaria feliz por un lado, en cuanto a su integración a sus compañeros de curso. Era invitada a cuanto cumpleaños se hiciera, participaba y de una forma hasta protagónica a veces de todas las actividades que se realizaban para juntar fondos para el viaje de fin de curso en quinto año, tareas que por lo caro del viaje planeado se comenzaron en tercer año.
Lo que más recuerda Gloria de ese año es justamente esas reuniones sabatinas para hcer pastelitos de dulce que se hacían en casa de alguna familia del grupo cuya madre generosamente prestaba su cocina a esos efectos. Significaban mucho en cuanto a cohesión del grupo de compañeros y ya amigos pero para ella, representaba la posibilidad de ver en otro lugar que no fuera el colegio a su amado Guille. Por supuesto no sólo no faltaba nunca sino que también prestó su casa. Esas veladas de cocción de pasteles fueron inolvidables siempre para Gloria, porque fue en ellas y muy de a poco como no sólo conoció más a Guille sino que logró que Guille la conociera a ella, la viera tal cual era, con su humildad a pesar de su "porteñez", con su dulzura y quizás fuera descubriendo el amor que ella sentía por él, y quizás también algo en él comenzó a surgir.
Pero había algo insalvable que sólo salvó el destino para beneficio de Gloria, se llamaba Estela, quien siendo la novia de Guille nunca habría esperanzas para Gloria. Sin embargo llegó fin de año y a Estela le tocó vivir lo mismo que el año anterior a Gloria, tuvo que mudarse al Paraguay con su familia por razones de trabajo de su padre, Guille quedaba solo y Gloria pensaba que Dios le estaba dando una oportunidad para por fin lograr que Guille reaccionara y se diera cuenta del todo que tenía a su lado a una jovencita que ya hacía casi un año que lo amaba y que él ya era libre. Qué sentía, o si por lo menos percibía la existencia de Gloria en su vida, sólo Dios lo sabe. Gloria sólo soñaba en que él la amara.
Ese verano apenas vinieron ella y su familia unos días a Buenos Aires, cuando volvió a Sáenz Peña comenzó para Gloria el mejor año de su vida, el año en que Guille se enamoró de ella y el año en que vivieron su amor de una manera pura y platónica, eran tiempos de adolescentes vírgenes, y el amor físico era aún y más en esa ciudad distante del centro del país, una audacia para jovencitas como Gloria. Pero eso no fue impedimento para que ambos vivieran el amor más auténtico de sus vidas, el amor que por lo menos Gloria, jamás dejó de sentir, Gloria y Guille ya jamás se separarían a pesar de la distancia y el tiempo. Eso quedó demostrado y también el amor de esta pareja pudo demostrar que
por lo menos a veces... el amor sí es para toda la vida, Gloria por lo menos así lo piensa, lo siente y lo repite cada vez que menciona su nombre, más allá de todo lo que después aconteció en sus vidas.


Melan

jueves, 10 de septiembre de 2009

AMAR SIN SENTIDO


Cómo te extraño amor...y qué triste estoy por eso...yo sé que hoy, es por eso. Porque abro mis correos y no hay ningún mail tuyo y yo quisiera que hubiese, claro, yo no contesté el último que me mandaste pidiéndome perdón y rogándome que no llorara. Pero no lo hice por despecho o venganza, lo hice para poder olvidar alguna vez este sentimiento, dejar atrás tantas promesas, esperanzas, ilusiones, frustraciones y dolores.

Ya no vale la pena amor, ya no tiene ningún sentido, para qué sirve seguir amándote? ¿Sirve alguna vez el amor para algo? Y, yo creo que sí, para mucho, sobre todo para sentirse amado, pero si eso no le importa a la persona amada porque ese amor no es correspondido, entonces no sirve para nada. El amor debe darse y recibirse, debe ser recíproco, es la única manera de que el amor no sea sólo sufrimiento y dolor. Cuando dos personas se aman y pueden vivir plenamente ese amor, lo cual no significa solamente el amor romántico, sino todo lo que en él puede darse uno al otro; comprensión, apoyo, compañía, caricias, silencios, miradas que aunque no se diga nada, uno pueda comprender su significado: un " estoy aquí, " por ejemplo, "no estás sola, esto que te está pasando no lo estás viviendo sola, yo tu amor, tu compañero, el hombre que te eligió simplemente porque te conoció, desentrañó tus más íntimas reacciones y pnsamientos y sin embargo con todos tus defectos pero también tus valiosas virtudes aprendió a amarte, ese hombre que te ama, está a tu lado ahora."

Si podemos vivir el amor con lo dicho y con la alegría del logro compartido, de que aunque tengamos sólo monedas hasta fin de mes, tenemos nuestro pequeño escondrijo y estamos juntos, en definitiva, si podemos vivir el amor con todas sus variables, porque cuando amamos el amor está en todas las circunstancias de nuestra vida, entonces cuando amamos así y existe esa persona a quien damos todo y nos da todo, entonces sí vale la pena no solo seguir amándol@, sino seguir trabajando, estudiando, saliendo, conectándose con el mundo, llorar, reir, dormir, correr, todo vale la pena en ese caso, pero lo más importante y que reúne a todas esas experiencias, es que vale la pena seguir viva...Por todo esto quiero olvidarte definitivamente amor, porque en nuestro caso, sólo yo te amo y sólo yo te amé siempre y si no hago algo ya, sólo yo te seguiré amando eternamente...y será sin ningún sentido...


Dana

domingo, 30 de agosto de 2009

ASIGNATURA PENDIENTE


I.



Ese día Daniela se había levantado más temprano que de costumbre, lo cual ya era bastante decir dado que su horario habitual eran las siete de la mañana. Es que la noche anterior casi no había podido dormir, si bien tenía todo preparado, su ropa, su atachette, sus nuevas medias negras que realzaban sus torneadas piernas, todo su equipo de ropa interior novísimo y negro como gustaba usar; sus botas altas y negras, su pollera que marcaba sus armónicas curvas, una fina blusa al tono y un abrigo negro y corto ya que la incipiente primavera no hacía que necesitara algo más. Además hoy, seguramente haría calor y no hablaba más que del climático, pero que haría calor de eso estaba segura. Por último revisó tener cerca su carpeta de la facultad con sus papeles, la cual era imprescindible, no debía olvidarla, era sumamente importante.

Decidió salir de su casa, una hora antes de lo previsto, ella era así, demasiado puntual, tanto que ya, lo reconocía, era una manía. Jamás llegaba tarde a ningún lado, es más, lo usual es que llegara como mínimo quince minutos antes de lo decidido previamente.

Anochecía aún cuando tomó el primer colectivo hasta la estación de trenes que la conduciría al centro de la ciudad. Había previsto que desde allí tomaría un taxi, adonde debía ir era un tanto solitario en cuanto a edificios y no consideraba seguro hacerlo en ómnibus.

Llegada a la estación central, fue cuando desvió su destino habitual y en lugar de acomodarse en la fila del 62, colectivo que diariamente tomaba a esa hora o un ratito más tarde camino a sus cursos de la facultad, tomó un taxi y recién allí tomó consciencia de que por fin estaba por hacer lo que había soñado por años.


II





Daniela era casada con un hombre a quien no amaba, ni él a ella y ambos lo sabían. Habían tenido dos hijas, la primera enseguida de casarse y con toda la ilusión de que el primer hijo traería a la pareja el amor que le faltaba. Error, el primer hijo trajo amor para ese hijo, de ambos, pero nunca puede un hijo ser el responsable del amor de sus padres, son dos cosas muy distintas,
No obstante sus vidas transcurrieron más o menos normalmente durante seis o siete años. Ambos trabajaban y ella por lo menos, llenaba sus días entre su trabajo, su hija y su casa, su marido era un mal necesario, a veces hasta muy necesario sobre todo cuando la casa necesitaba pintura o el césped del fondo ser cortado.

Pero ella tenía algo muy íntimo y profundo guardado dentro de si, una antigua ilusión, un amor adolescente, su primer amor verdadero, un amor que nació a los quince años y que ya tenía casi treinta y seguía vigente...un poco extraño, se decía a sí misma, ya se me debiera haber pasado... De hecho al entrar a la iglesia el día de su boda prometió a Dios olvidarlo para siempre...nunca pudo ser fiel a esa promesa.

Hasta los dos años de matrimonio, con esfuerzo lo había podido enfrentar, cada vez que aparecía un pensamiento que se lo recordara, lo alejaba con toda sus fuerzas y lo lograba. Pero fue ese año cuando se dio cuenta del primer engaño de su marido, cuando cambió su promesa. Fue una gran discusión y ella tuvo la intención de irse con su hija, lo cual sólo le permitió llegar hasta la estación central, en todo el trayecto de ida y vuelta comprendió que esa pequeña que amaba intensamente, no tenía por qué ser la víctima de esa unión equivocada. Y entonces volvió. Hablaron una sola vez y salieron de viaje a Mar del Plata al día siguiente, nunca más se tocó el tema, pero nunca más ella volvió a ser la misma. Desde ese día se dio un permiso que nunca se retiró, el de poder pensar, recordar y hasta fantasear con su verdadero amor cuantas veces quería. Y así lo hizo desde aquel año en que tenía 28 años. Hacía cinco que se había casado y le era infiel a su marido con el pensamiento, pero no se sentía culpable, tenía la seguridad que él también lo era pero en la vida real, tangiblemente.

Pasaba el tiempo y ella cada noche antes de cerrar los ojos soñaba despierta con él y un posible reecuentro. Al día siguiente si tenía oportunidad miraba ropas y perfumes en las vidrieras siempre pensando en él, en su amor imposile, en el amor de su vida, al que no se resignaba a perder.


III
Muchas veces pensaba en la forma de restablecer contacto con él de manera telefónica, no sabía cómo hacerlo, su nombre no figuraba en las listas de su ciudad, fue cuando ella recordó a su padre, era médico y si bien vivía en una ciudad cercana sabía que no le negaría el teléfono de su hijo cuando supiera quién era. Se animó y lo hizo. No cabía en sí, cuando tuvo ese número en sus manos, temblaba, estaba muy emocionada, pero había un tema especialísimo, demasiado quizás ... estaba embarazada de su hija menor, ya llevaba cinco meses de embarazo su pancita era incipiente y su hija se movía intensamente en ella, por lo tanto, dedidió no contarle este significativo hecho de su vida. Lo llamaría sí, pero solamente sería un saludo de reencuentro, después de tantos años.

Decidió hacerlo una tarde mientras su nena mayor estaba en la escuela y su marido trabajando, pidió hablar con él, se lo pasaron, le dijo quién le hablaba y él no parecía recordar rápidamente su nombre, esto la desilusionó un poco, pero sirvió para que la conversación transcurriera sobre caminos normales, contando su casamiento, su hija, exceptuar su embarazo y saber que él aún no se había casado. Aunque con el tiempo ella llegó a saber que estaba de novio y que su noviazgo iba para muy largo, esto le hizo perder su sentido de culpa, ambos se habían ocultado algo de sus vidas presentes. Se pasaron los teléfonos y direcciones, y así comenzó una nueva relación epistolar que duró bastantes meses. Recién después del nacimiento ella le contó este hecho, él se sintió algo defraudado, ella lo notó, pero todo quedó ahí.

Siguió pasando el tiempo y las cartas y llamados se siguieron sucediendo, siempre en calidad de amigos, de viejos amigos que se contaban sus actuales vidas. Hasta que un día ella se despidió con "un beso y un abrazo muy profundo", estas palabras fueron impactantes para él que en la siguiente carta (que a ella le llegaban a lo de una amiga) decidió por fin decirle que todavía la quería y que ella había sido el amor de su vida.

Estas palabras fueron el mismo sol depositado en el papel para ella, sintió que su alma se elevaba y que su felicidad no podía ser mayor, a casi quince años de conocerse, el amor de su vida todavía la quería... Dios!! no, no podía ser tan feliz.

Este nuevo acercamiento hizo que se transformara ya en telefónico y esto aumentó en ellos el deseo de verse y el de estar juntos de una vez y para siempre -por lo menos para ella-.

Comenzó una etapa de furtivas llamadas telefónicas recíprocas que al mismo tiempo que crecían en frecuencia y clandestinidad, lo hacían en erotismo. Eran jóvenes, se amaban desde adolescentes y nunca habían podido concretar ese amor de manera física, no les quedó otro remedio que usar la imaginación y el teléfono comunicándolos, hizo el resto. Era tanta la pasión que se transmitían que esto sirvió hasta a sus respectivas parejas, si bien no es lo mejor estar con alguien pensando en otro, en una relación matrimonial que se tiene en vista no abandonar, todo sirve.

Esta situación iba cada vez más in crescendo y fue entonces cuando ella no lo pensó más y tomó la decisión. En una de las llamadas se lo dijo. Él lo aceptó, apenas arreglaron un horario y el resto lo hizo todo ella.


IV




El taxi llegó a tiempo, de hecho con bastante tiempo previo, suficiente como para tomarse un café, fumarse un cigarrillo y tratar de calmar un poco la ansiedad que la embargaba, pensaba en lo que estaba por hacer, en lo que significaba para su autoestima de mujer, de esposa y sobre todas las cosas...de madre. Pensó mucho en ello, pero sus hijas eran chicas, la menor un año y medio, la mayor apenas 9, qué pasaría si se enteraran? y si alguien la viera? Su marido tenía conocidos en todos lados...por Dios, qué nervios, qué angustia vivió en esos minutos previos. Tanto que decidió ir al baño a arreglarse el maquillage y darse un poco más de coraje mirándose al espejo, se veía linda, sus ojos verdes brillaban más que nunca al sol matutino, sus largos cabellos color ceniza caían con sus ondas sobre los hombros de una manera espontánea y sensual. Había elegido minuciosamente su maquillage, apenas una lámina muy fina de crema maquilladora del color entre rosado y levemente tostado de su piel, una pincelada de sombra verde seco en los ojos, un poco de rimmel, un leve trazo en los párpados inferiores con lápiz negro y su consabido color rosa viejo cremoso en sus labios, volvió a mirarse, el espejo le devolvía la imagen de una joven y por lo tanto todavía bella mujer; aunque el miedo y la angustia del hecho novedoso y audaz no lograba desaparecer de su rostro, pero quizás le daba aún más un carácter sensual al mismo, lo que hacía que muchas miradas masculinas se posaran en ella al salir al salón. Rogó que la partida fuera a horario.

Se puso en la fila del check in, chequearon su boleto y se trepó al micro que después de trasponer unos pocos metros de la pista la depositó justo al lado de la escalerilla del avión de Aerolíneas que en diez minutos partiría sin escalas rumbo a Resistencia.

Su único equipaje, su atachete cabía en la cabina, lo acomodó allí junto con su carpeta de la facultad, sostuvo bien su cartera, tomó y dejó inmediatamente en su lugar las siempre presentes revistas previsoras de un accidente y como esto era lo que más miedo le producía en la vida, siempre, no sólo ahora, los viajes en avión eran su fobia, decidió pensar en otra cosa. Resolvió rezar, comenzó a haerlo pero sintió que Jesús no la comprendería y que por lo tanto no era el ser más apropiado para buscar como ayuda a su angustia en ese momento. Decidió pensar en él, las horas futuras, cercanas y de a poco se fue calmando. Hasta que la maquina comenzó a moverse en la pista para tomar su rumbo y despegar. Este hecho a lo largo de toda su vida antes y después siempre fue el más traumático, esta vez lo vivía pero con una ilusión.

Al fin el jet de Aerolíneas alcanzó altura, y allá en los cielos, entre nubes, se sintió mejor, atrás estaba quedando su vida actual, presente, cotidiana y por delante tenía tan solo la felicidad, la que tanto soñó, allá la esperaba el hombre que ni el tiempo ni la distancia habían logrado que pudiera dejar de amar.


V




El sol se filtraba por las ventanillas del avión cuando la tripulación ya comunicaba que estaban a punto de aterrizar en el aeropuerto de Resistencia, que la temperatura ambiente era de 29 grados, (ella sabía que haría calor), y que el viento soplaba del norte, agradecían haberlos elegido y los esperaban pronto. En castellano y en inglés, Daniela se preguntaba si en ese viaje directo Buenos Aires-Resistencia de dos horas habría alguien que necesitara el inglés para entender, pero, reglas son reglas y hay que cumplirlas.

Bajó del avión con la esperanza de que la estaría esperando, su desilusión no amedrentó toda la energía que había puesto en ese viaje, así es que se dirigió al bar, eligió una mesa apartada y pidió un jugo de ananá, su preferido. Inmediatamente, sacó su celular y marcó su número, del otro lado contestó su voz, diciéndole que por favor lo esperara unos minutos que ya estaba en camino, no había podido deshacerse de una obligación de último momento.

El avión había partido a las 10.30 hs, eran casi la una de la tarde y el calor era insoportable a pesar del acondicionador.

Daniela bebió todo su jugo, fumó dos cigarrillos y de pronto vio una figura masculina acercándose que le decía "perdón señora me permite?" y acto seguido la besaba levemente en los labios. Conversaron dos o tres nimiedades sobre el viaje y decidieron salir de allí.

Subieron al auto y mientras conversaban ella sólo veía la ruta y el monte chaqueño que se extendía a los costados. No quería preguntar dónde iban, si cerca, lejos o si a otra ciudad, lo cual pensó dado que a esa altura él ya estaba casado también y ambos estaban viviendo una aventura totalmente clandestina para ambos. De pronto sintió que el auto viraba ráídamente a la derecha, un enorme portón se abría y desde una casilla un hombre hablaba con él, mientras lo hacían ella miraba ansiosa el lugar, era paradisíaco, metido en medio del monte habían construido un pequeño claro, donde a una distancia no inferior a los diez metros una de otras se levantaban unas hermosas casitas totalmente circulares, con puertas de dintel ojival, todas de ladrillo a la vista y techo de paja, eran unas verdaderas chozitas o mejor dicho bungalows, aunque siempre a Daniela le gustó llamarla "chozita". Le dieron la llave y partieron unos metros hacia adentro, se detuvieron junto a una, cuya única ventanita, cerrada obviamente, estaba pintada de verde y a su costado tenía un espacio delimitado para estacionar el auto.

Daniela no cabía en sí de la emoción, era su sueño hecho realidad, tanto soñarlo, tanto imaginarlo, tanto arriesgar y se estaba cumpliendo.

Entraron, él sólo le preguntó si le gustaba, ella comenzó a recorrer la chozita como si fuera una casa que estaba por comprar; todo lo que allí había no terminaba de asombrarla, cuando de pronto escuchó su voz que le decía: "¿por qué no venís aquí y me das un beso como la gente que todavía no me diste ninguno?"...



VI





Ese fue el comienzo de una tarde de pasión a raudales, caricias, ternura,  emociones, recuerdos y promesas, esa fue una de las tardes más hermosas y más recordables de la historia de la vida de Daniela. Él además de dulce y tierno era un hombre que sabía tratar a una mujer en esas circunstancias, ella lo notó y lo gozó. Su libido no podía estar más satisfecha en la vida, sus ideales femeninos se sintieron a pleno en todo sentido, la virilidad de Juance era infinita. No sólo hubo amor… hubo mucha pasión, en esa tarde tórrida chaqueña, por esa tarde hoy Daniela puede darle gracias a la vida...a pesar de todo...

Pero como en la vida nada dura eternamente, esa tarde tampoco fue eterna y llegó la noche, y el avión partía de regreso a Buenos Aires a las 20 para llegar al Aeroparque de la ciudad a las 10 de la noche y con suerte con un taxi Daniela llegó a su casa a las 10 y media, su marido recién llegaba y sus nenas ya se disponían a dormir, lo cual hicieron sin antes treparse a su cuerpo, abrazarla, besarla y preguntarle qué les había traído, sacó los chocolatines que compró en el Aeropuerto chaqueño, se fueron contentas a su habitación. Su marido casi imperceptiblemente porque estaba muy ensimismado en el partido le preguntó:

-¿todo bien? mucho estudio?

- Sí, los días previos a finales son los peores y ésta cátedra es la más dificil, ya te lo dije. Todo el día en la biblioteca, estoy rendida.-

Fue la respuesta de Daniela. Lito le contestó:

-Yo también llegué recién, mucho tránsito, pero ya comí y las nenas también, ahí quedó pollo si querés.-

-No gracias, contestó Daniela hoy estudiamos tanto que no doy más de cansada, no tengo hambre, me voy a dormir temprano, chau, hasta mañana-  beso en la mejilla y se fue a acostar;

-Hasta mañana replicó Lito-,

beso en el aire sin levantar la vista del televisor, el equipo contrario acababa de hacer un gol.


Melan