La obra de cabecera es propiedad de la pintora naif Aniko Szabo y se llama Campo. Es la obra que más me agrada de todas las suyas. Melan

domingo, 30 de agosto de 2009

ASIGNATURA PENDIENTE


I.



Ese día Daniela se había levantado más temprano que de costumbre, lo cual ya era bastante decir dado que su horario habitual eran las siete de la mañana. Es que la noche anterior casi no había podido dormir, si bien tenía todo preparado, su ropa, su atachette, sus nuevas medias negras que realzaban sus torneadas piernas, todo su equipo de ropa interior novísimo y negro como gustaba usar; sus botas altas y negras, su pollera que marcaba sus armónicas curvas, una fina blusa al tono y un abrigo negro y corto ya que la incipiente primavera no hacía que necesitara algo más. Además hoy, seguramente haría calor y no hablaba más que del climático, pero que haría calor de eso estaba segura. Por último revisó tener cerca su carpeta de la facultad con sus papeles, la cual era imprescindible, no debía olvidarla, era sumamente importante.

Decidió salir de su casa, una hora antes de lo previsto, ella era así, demasiado puntual, tanto que ya, lo reconocía, era una manía. Jamás llegaba tarde a ningún lado, es más, lo usual es que llegara como mínimo quince minutos antes de lo decidido previamente.

Anochecía aún cuando tomó el primer colectivo hasta la estación de trenes que la conduciría al centro de la ciudad. Había previsto que desde allí tomaría un taxi, adonde debía ir era un tanto solitario en cuanto a edificios y no consideraba seguro hacerlo en ómnibus.

Llegada a la estación central, fue cuando desvió su destino habitual y en lugar de acomodarse en la fila del 62, colectivo que diariamente tomaba a esa hora o un ratito más tarde camino a sus cursos de la facultad, tomó un taxi y recién allí tomó consciencia de que por fin estaba por hacer lo que había soñado por años.


II





Daniela era casada con un hombre a quien no amaba, ni él a ella y ambos lo sabían. Habían tenido dos hijas, la primera enseguida de casarse y con toda la ilusión de que el primer hijo traería a la pareja el amor que le faltaba. Error, el primer hijo trajo amor para ese hijo, de ambos, pero nunca puede un hijo ser el responsable del amor de sus padres, son dos cosas muy distintas,
No obstante sus vidas transcurrieron más o menos normalmente durante seis o siete años. Ambos trabajaban y ella por lo menos, llenaba sus días entre su trabajo, su hija y su casa, su marido era un mal necesario, a veces hasta muy necesario sobre todo cuando la casa necesitaba pintura o el césped del fondo ser cortado.

Pero ella tenía algo muy íntimo y profundo guardado dentro de si, una antigua ilusión, un amor adolescente, su primer amor verdadero, un amor que nació a los quince años y que ya tenía casi treinta y seguía vigente...un poco extraño, se decía a sí misma, ya se me debiera haber pasado... De hecho al entrar a la iglesia el día de su boda prometió a Dios olvidarlo para siempre...nunca pudo ser fiel a esa promesa.

Hasta los dos años de matrimonio, con esfuerzo lo había podido enfrentar, cada vez que aparecía un pensamiento que se lo recordara, lo alejaba con toda sus fuerzas y lo lograba. Pero fue ese año cuando se dio cuenta del primer engaño de su marido, cuando cambió su promesa. Fue una gran discusión y ella tuvo la intención de irse con su hija, lo cual sólo le permitió llegar hasta la estación central, en todo el trayecto de ida y vuelta comprendió que esa pequeña que amaba intensamente, no tenía por qué ser la víctima de esa unión equivocada. Y entonces volvió. Hablaron una sola vez y salieron de viaje a Mar del Plata al día siguiente, nunca más se tocó el tema, pero nunca más ella volvió a ser la misma. Desde ese día se dio un permiso que nunca se retiró, el de poder pensar, recordar y hasta fantasear con su verdadero amor cuantas veces quería. Y así lo hizo desde aquel año en que tenía 28 años. Hacía cinco que se había casado y le era infiel a su marido con el pensamiento, pero no se sentía culpable, tenía la seguridad que él también lo era pero en la vida real, tangiblemente.

Pasaba el tiempo y ella cada noche antes de cerrar los ojos soñaba despierta con él y un posible reecuentro. Al día siguiente si tenía oportunidad miraba ropas y perfumes en las vidrieras siempre pensando en él, en su amor imposile, en el amor de su vida, al que no se resignaba a perder.


III
Muchas veces pensaba en la forma de restablecer contacto con él de manera telefónica, no sabía cómo hacerlo, su nombre no figuraba en las listas de su ciudad, fue cuando ella recordó a su padre, era médico y si bien vivía en una ciudad cercana sabía que no le negaría el teléfono de su hijo cuando supiera quién era. Se animó y lo hizo. No cabía en sí, cuando tuvo ese número en sus manos, temblaba, estaba muy emocionada, pero había un tema especialísimo, demasiado quizás ... estaba embarazada de su hija menor, ya llevaba cinco meses de embarazo su pancita era incipiente y su hija se movía intensamente en ella, por lo tanto, dedidió no contarle este significativo hecho de su vida. Lo llamaría sí, pero solamente sería un saludo de reencuentro, después de tantos años.

Decidió hacerlo una tarde mientras su nena mayor estaba en la escuela y su marido trabajando, pidió hablar con él, se lo pasaron, le dijo quién le hablaba y él no parecía recordar rápidamente su nombre, esto la desilusionó un poco, pero sirvió para que la conversación transcurriera sobre caminos normales, contando su casamiento, su hija, exceptuar su embarazo y saber que él aún no se había casado. Aunque con el tiempo ella llegó a saber que estaba de novio y que su noviazgo iba para muy largo, esto le hizo perder su sentido de culpa, ambos se habían ocultado algo de sus vidas presentes. Se pasaron los teléfonos y direcciones, y así comenzó una nueva relación epistolar que duró bastantes meses. Recién después del nacimiento ella le contó este hecho, él se sintió algo defraudado, ella lo notó, pero todo quedó ahí.

Siguió pasando el tiempo y las cartas y llamados se siguieron sucediendo, siempre en calidad de amigos, de viejos amigos que se contaban sus actuales vidas. Hasta que un día ella se despidió con "un beso y un abrazo muy profundo", estas palabras fueron impactantes para él que en la siguiente carta (que a ella le llegaban a lo de una amiga) decidió por fin decirle que todavía la quería y que ella había sido el amor de su vida.

Estas palabras fueron el mismo sol depositado en el papel para ella, sintió que su alma se elevaba y que su felicidad no podía ser mayor, a casi quince años de conocerse, el amor de su vida todavía la quería... Dios!! no, no podía ser tan feliz.

Este nuevo acercamiento hizo que se transformara ya en telefónico y esto aumentó en ellos el deseo de verse y el de estar juntos de una vez y para siempre -por lo menos para ella-.

Comenzó una etapa de furtivas llamadas telefónicas recíprocas que al mismo tiempo que crecían en frecuencia y clandestinidad, lo hacían en erotismo. Eran jóvenes, se amaban desde adolescentes y nunca habían podido concretar ese amor de manera física, no les quedó otro remedio que usar la imaginación y el teléfono comunicándolos, hizo el resto. Era tanta la pasión que se transmitían que esto sirvió hasta a sus respectivas parejas, si bien no es lo mejor estar con alguien pensando en otro, en una relación matrimonial que se tiene en vista no abandonar, todo sirve.

Esta situación iba cada vez más in crescendo y fue entonces cuando ella no lo pensó más y tomó la decisión. En una de las llamadas se lo dijo. Él lo aceptó, apenas arreglaron un horario y el resto lo hizo todo ella.


IV




El taxi llegó a tiempo, de hecho con bastante tiempo previo, suficiente como para tomarse un café, fumarse un cigarrillo y tratar de calmar un poco la ansiedad que la embargaba, pensaba en lo que estaba por hacer, en lo que significaba para su autoestima de mujer, de esposa y sobre todas las cosas...de madre. Pensó mucho en ello, pero sus hijas eran chicas, la menor un año y medio, la mayor apenas 9, qué pasaría si se enteraran? y si alguien la viera? Su marido tenía conocidos en todos lados...por Dios, qué nervios, qué angustia vivió en esos minutos previos. Tanto que decidió ir al baño a arreglarse el maquillage y darse un poco más de coraje mirándose al espejo, se veía linda, sus ojos verdes brillaban más que nunca al sol matutino, sus largos cabellos color ceniza caían con sus ondas sobre los hombros de una manera espontánea y sensual. Había elegido minuciosamente su maquillage, apenas una lámina muy fina de crema maquilladora del color entre rosado y levemente tostado de su piel, una pincelada de sombra verde seco en los ojos, un poco de rimmel, un leve trazo en los párpados inferiores con lápiz negro y su consabido color rosa viejo cremoso en sus labios, volvió a mirarse, el espejo le devolvía la imagen de una joven y por lo tanto todavía bella mujer; aunque el miedo y la angustia del hecho novedoso y audaz no lograba desaparecer de su rostro, pero quizás le daba aún más un carácter sensual al mismo, lo que hacía que muchas miradas masculinas se posaran en ella al salir al salón. Rogó que la partida fuera a horario.

Se puso en la fila del check in, chequearon su boleto y se trepó al micro que después de trasponer unos pocos metros de la pista la depositó justo al lado de la escalerilla del avión de Aerolíneas que en diez minutos partiría sin escalas rumbo a Resistencia.

Su único equipaje, su atachete cabía en la cabina, lo acomodó allí junto con su carpeta de la facultad, sostuvo bien su cartera, tomó y dejó inmediatamente en su lugar las siempre presentes revistas previsoras de un accidente y como esto era lo que más miedo le producía en la vida, siempre, no sólo ahora, los viajes en avión eran su fobia, decidió pensar en otra cosa. Resolvió rezar, comenzó a haerlo pero sintió que Jesús no la comprendería y que por lo tanto no era el ser más apropiado para buscar como ayuda a su angustia en ese momento. Decidió pensar en él, las horas futuras, cercanas y de a poco se fue calmando. Hasta que la maquina comenzó a moverse en la pista para tomar su rumbo y despegar. Este hecho a lo largo de toda su vida antes y después siempre fue el más traumático, esta vez lo vivía pero con una ilusión.

Al fin el jet de Aerolíneas alcanzó altura, y allá en los cielos, entre nubes, se sintió mejor, atrás estaba quedando su vida actual, presente, cotidiana y por delante tenía tan solo la felicidad, la que tanto soñó, allá la esperaba el hombre que ni el tiempo ni la distancia habían logrado que pudiera dejar de amar.


V




El sol se filtraba por las ventanillas del avión cuando la tripulación ya comunicaba que estaban a punto de aterrizar en el aeropuerto de Resistencia, que la temperatura ambiente era de 29 grados, (ella sabía que haría calor), y que el viento soplaba del norte, agradecían haberlos elegido y los esperaban pronto. En castellano y en inglés, Daniela se preguntaba si en ese viaje directo Buenos Aires-Resistencia de dos horas habría alguien que necesitara el inglés para entender, pero, reglas son reglas y hay que cumplirlas.

Bajó del avión con la esperanza de que la estaría esperando, su desilusión no amedrentó toda la energía que había puesto en ese viaje, así es que se dirigió al bar, eligió una mesa apartada y pidió un jugo de ananá, su preferido. Inmediatamente, sacó su celular y marcó su número, del otro lado contestó su voz, diciéndole que por favor lo esperara unos minutos que ya estaba en camino, no había podido deshacerse de una obligación de último momento.

El avión había partido a las 10.30 hs, eran casi la una de la tarde y el calor era insoportable a pesar del acondicionador.

Daniela bebió todo su jugo, fumó dos cigarrillos y de pronto vio una figura masculina acercándose que le decía "perdón señora me permite?" y acto seguido la besaba levemente en los labios. Conversaron dos o tres nimiedades sobre el viaje y decidieron salir de allí.

Subieron al auto y mientras conversaban ella sólo veía la ruta y el monte chaqueño que se extendía a los costados. No quería preguntar dónde iban, si cerca, lejos o si a otra ciudad, lo cual pensó dado que a esa altura él ya estaba casado también y ambos estaban viviendo una aventura totalmente clandestina para ambos. De pronto sintió que el auto viraba ráídamente a la derecha, un enorme portón se abría y desde una casilla un hombre hablaba con él, mientras lo hacían ella miraba ansiosa el lugar, era paradisíaco, metido en medio del monte habían construido un pequeño claro, donde a una distancia no inferior a los diez metros una de otras se levantaban unas hermosas casitas totalmente circulares, con puertas de dintel ojival, todas de ladrillo a la vista y techo de paja, eran unas verdaderas chozitas o mejor dicho bungalows, aunque siempre a Daniela le gustó llamarla "chozita". Le dieron la llave y partieron unos metros hacia adentro, se detuvieron junto a una, cuya única ventanita, cerrada obviamente, estaba pintada de verde y a su costado tenía un espacio delimitado para estacionar el auto.

Daniela no cabía en sí de la emoción, era su sueño hecho realidad, tanto soñarlo, tanto imaginarlo, tanto arriesgar y se estaba cumpliendo.

Entraron, él sólo le preguntó si le gustaba, ella comenzó a recorrer la chozita como si fuera una casa que estaba por comprar; todo lo que allí había no terminaba de asombrarla, cuando de pronto escuchó su voz que le decía: "¿por qué no venís aquí y me das un beso como la gente que todavía no me diste ninguno?"...



VI





Ese fue el comienzo de una tarde de pasión a raudales, caricias, ternura,  emociones, recuerdos y promesas, esa fue una de las tardes más hermosas y más recordables de la historia de la vida de Daniela. Él además de dulce y tierno era un hombre que sabía tratar a una mujer en esas circunstancias, ella lo notó y lo gozó. Su libido no podía estar más satisfecha en la vida, sus ideales femeninos se sintieron a pleno en todo sentido, la virilidad de Juance era infinita. No sólo hubo amor… hubo mucha pasión, en esa tarde tórrida chaqueña, por esa tarde hoy Daniela puede darle gracias a la vida...a pesar de todo...

Pero como en la vida nada dura eternamente, esa tarde tampoco fue eterna y llegó la noche, y el avión partía de regreso a Buenos Aires a las 20 para llegar al Aeroparque de la ciudad a las 10 de la noche y con suerte con un taxi Daniela llegó a su casa a las 10 y media, su marido recién llegaba y sus nenas ya se disponían a dormir, lo cual hicieron sin antes treparse a su cuerpo, abrazarla, besarla y preguntarle qué les había traído, sacó los chocolatines que compró en el Aeropuerto chaqueño, se fueron contentas a su habitación. Su marido casi imperceptiblemente porque estaba muy ensimismado en el partido le preguntó:

-¿todo bien? mucho estudio?

- Sí, los días previos a finales son los peores y ésta cátedra es la más dificil, ya te lo dije. Todo el día en la biblioteca, estoy rendida.-

Fue la respuesta de Daniela. Lito le contestó:

-Yo también llegué recién, mucho tránsito, pero ya comí y las nenas también, ahí quedó pollo si querés.-

-No gracias, contestó Daniela hoy estudiamos tanto que no doy más de cansada, no tengo hambre, me voy a dormir temprano, chau, hasta mañana-  beso en la mejilla y se fue a acostar;

-Hasta mañana replicó Lito-,

beso en el aire sin levantar la vista del televisor, el equipo contrario acababa de hacer un gol.


Melan

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