La obra de cabecera es propiedad de la pintora naif Aniko Szabo y se llama Campo. Es la obra que más me agrada de todas las suyas. Melan

viernes, 28 de agosto de 2009

Navidad paseando con un amigo


Los calores del incipiente verano ya se hacían sentir en todo su esplendor en esta parte del continente, apenas se vivían los días finales de noviembre. Las clases recién terminaban y los niños, comenzaban a poblar calles y veredas no ya con sus guardapolvos blancos o sus disímiles uniformes de colegios privados, sino que desobligados de toda esa vestimente lucían aireados y felices las primeras prendas del auténtico verano que en veintún días por el almanaque estaría en Buenos Aires, pero que de hecho ya se convivía con él.

En las grandes ciudades como ésta, el espíritu navideño comienza a perfilarse justamente en ese mes, noviembre y lo hace a través de vidrieras pobladas de objetos, adornos, brillos y guirnaldas que nos llevan a caer en la cuenta de que la Navidad ya llega otra vez.

Comercios de todo por dos pesos, donde se venden innumerables de antiguos y nuevos elementos para adornar el árbol, shoppings, supermercados y jugueterías con todo lo más nuevo en el ramo que hacen las delicias de los pequeños que de las manos de sus madres no hacen más que repetir que éste o aquél juguete preferido sea comprado. Las madres sostienen sus manitas y repiten interminablemente "pedile a papá noel, acordate que tenés que hacerle la cartita". Y mientras el chiquilín se entusiasma con los juguetes la mamá, intenta con esfuerzo acercarse a la vidriera contigua en donde observa con atención, un mantel y unas copas que seguramente quedarían perfectas en la mesa navideña.

Más avanzado diciembre todo este paisaje toma cada vez más color y ya para el día 24 en lo único que se piensa, niños y adultos es en las fiestas, Nochebuena y Navidad de las que ya estamos en las vísperas.

Ese día, 24 de diciembre al mediodía, Juancito buscaba denodadamente su último cuaderno y se disponía a hacer la consabida carta a papá Noel, a quien ya tenía previsto pedirle unas cuantas cosas ese año. Comenzaría por una nueva bicicleta, ya que la anterior estaba un poco vieja y sobre todo anticuada, un par de nuevos patines también y por último un celular, que a sus diez años, sus padres venían prometiéndole desde los ocho sin cumplir.

Entusiasmado con sus casi seguros regalos, escribió apurado la carta, la ubicó en un sobre y la dejó en un lugar bien visible del árbol de navidad, que junto con el pesebre, un poco escondido en el fondo relucía sin cesar en medio de infinidad de adornos.



Llegó la noche, Juancito no cabía en sí de angustia esperando las doce de la noche para recoger sus regalos, no le importaban ni las apetitosas y bien presentadas comidas que su madre se había empeñado en preparar especilamente y ni siquiera, por lo menos a esa hora, luego sí lo sería y mucho, le llamaban la atención la hilera de botas rojas de papá noel cargadas de chocolates y golosinas que su mami tampoco nunca olvidaba.



A eso de las nueve de la noche, su impaciencia era tal que salió al jardín a mirar el cielo y ver si estaba viable para el viaje de su gordito amigo, el del trineo, el que representaba para él la Navidad, Papá Noel, quien nunca en sus diez años le había fallado. Fue en ese instante en que mirando al cielo pensando aquello, sientió muy cerca suyo una presencia, se dio vuelta con cierto temor y escuchó que este hombre le hablaba y le dicía que no tuviera miedo, era joven, vestía de una manera un tanto extraña, pero su voz, su rostro y lo que le decía le inspiraba una infinita confianza. Lo escuchó. Este hombre lo invitó a hacer una caminata y conversar un rato, le preguntó por su familia, por sus amigos y hasta por su escuela, y así caminando y conversando llegaron al final de la ciudad, allá donde se encuentran atiborradas infinidad de barrios llamados "villas" y donde viven gentes de muy bajos recursos. Cuando notó esta situación sintió temor y quiso huir pero el hombre lo calmó y le dijo que no se asustara que allí todos lo conocían y no le harían ningún mal.

A esta altura, la mayoría de las familias ya cenaban y Juancito notó con sorpresa que en la mayoría de las mesas la gente rezaba antes de cenar, agradeciendo a Dios esa Navidad, que traía nueva esperanza al mundo. Recordó en ese momento palabras dichas alguna vez por el cura de su colegio sobre este tema, pero no podía saber por qué no lo relacionaba con la Navidad.

Miró con su nuevo amigo por una ventana de una de las casillas, como muchos de los niños que cenaban, ya terminaban de hacerlo y se retiraban a descansar,¿ Pero cómo? se preguntó Juancito, ¿no abren los regalos? Su amigo, que ya a esta altura lo era, le hizo ver que no había regalos, y en algunos casos ni siquiera había árbol, lo que no faltaba en ningún hogar era el pesebre y cada chico antes de irse a dormir besaba al niño recién nacido y todos juntos le decían: "¡Feliz cumple Jesús!" "hasta mañana, te quiero mucho". Juancito no salía de su asombro. Preguntó a su amigo si allí no llegaba nunca papá Noel, y por qué aunque no llegara esos niños igual se veían satisfechos y le decían feliz cumpleaños al niñito del pesebre.

Fue entonces cuando el hombre que acompañaba a Juanito, le propuso volver a su casa, y en la larga caminata que lo llevaba a su casa, le explicó muchas cosas, todas verdades muy importantes para Juanito y para la humanidad toda, pero por sobre todas las explicaciones la que más guardó Juanito en su corazón fue aquella de que ese día el 25 de diciembre, no era solamente el día que venía papá Noel a traer regalos, era en realidad el día más importante de la historia de la humanidad, porque era el día en que Dios mandó a su propio Hijo al mundo y lo envió a través de la Virgen María y concediéndole a José el privilegio de ser su padre adoptivo. Le contó también que más allá de cualquier celebración ostentosa que podamos hacer, nunca debemos olvidar esa, esa celebración, la más importante, la del Nacimiento nada menos que de Jesús, el Hijo de Dios que vino al mundo a salvarnos del pecado y a darnos la esperanza de la vida eterna. Allí Juanito entendió, que siempre debía dar gracias, no sólo por los regalos recibidos, no por ese señor simbólico que es papá noel sino por el sacrificio de sus propios padres, pero antes que nada debía siempre recordar este día tal cual este señor se lo había explicado y tal como él mismo había podido observarlo en los barrios pobres donde no recibían juguetes ni regalos, pero le decían Feliz cumpleaños!! al niño Jesús nacido en un pesebre muy pobre y que este año estaba cumpliendo ...2010 años.

Llegó a su casa, todos estaban alborotados por su ausencia, intentó explicarles dándose vuelta para presentarle al señor que lo había acompañado en ese paseo tan corto e importante al mismo tiempo, pero no vio a nadie, no pudo ver absolutamente a nadie...solamente alcanzó a ver una luz intensa que se elevaba al cielo y allí se perdía con inusual rapidez.

Desde ese día Juanito nunca olvida reunir juguetes entre sus amigos e ir a repartirlos con sus padres a esos barrios que conoció y jamás, jamás olvida elevar una oración y decirle al niño recién nacido que preside su infaltable pesebre... !Feliz cumple Jesús!



Dana



(Para concurso debe ir Melan)



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